Autogestion = "subsistencia"

La obra anteriormente comentada de Walter Benjamin nos replantea la posibilidad de difundir la necesidad de meditar acerca de las problemáticas que las nuevas tecnologías generan respecto a la producción, reproducción, difusión y legalidad en los fenómenos artísticos en pleno S XXI

Los avances tecnológicos nos abastecen continuamente de nuevas herramientas y son estas las que nos hacen accesible la copia al usuario, permitiéndonos su fácil producción y reproducción.






Todo usuario y productor deberían ser conscientes de la diferencia esencial entre la industria del entretenimiento comercial y la industria cultural de la autogestión, y para que esta sea una alternativa real, es necesario desmitificarla y situarla en el contexto social, económico y tecnológico contemporáneo.



La tecnología cada vez esta avanzando de manera considerable y somos nosotros los que debemos utilizarla en beneficio propio, extrayendo de ella todo lo que nos pueda aportar un paso más hacia la autogestión, generando así producciones tan buenas o mejores que las obtenidas por el camino comercial, y que a diferencia de este último, otorga una completa libertad al productor artístico respecto a su trabajo.



Los objetivos de este artículo son fundar y fomentar una propuesta similar a la de Richard Stallman(1) pero propia de la producción artística.



En un proyecto autogestionado la edición de la obra deberá ser realizada en base a la cantidad aproximada de público potencial que pueda adquirirla, permitiendo así la edición y difusión de obras que por su no-masividad no serían de valor para la “industria cultural reguladora”. Por otro lado también se está generando un medio independiente, para que obras cuyas normas no están institucionalizadas o sean novedosas lleguen a un público que pueda aceptarlas, de esta forma se permite al productor artístico superar el rechazo normativo (rechazo de los empresarios que manejan las instituciones reguladores del arte.) Estas empresas tienen tanto peso que impiden a la producción independiente tener la misma difusión que aquella que no lo es, ya que la difusión de la obra artística es mayoritariamente publicitaria, silenciando de esta forma la producción independiente.



La autogestión permite máximos beneficios en relación a la cantidad de público que acceda a la obra, no tiene la fuerza económica para imponerle un producto a nadie y es sólo en eso en lo que se diferencia a la “industria cultural”



Hoy en día es mucho más fácil llegar a tener un alto grado de difusión que antes, y esto se debe a dos factores, la industria tiene cada vez más huecos en su estructura por su falta de actualización a la problemática que nos compete y los medios de producción, reproducción y comunicación pública (Internet)



Debido a los avances en la reproductibilidad técnica, desde las leyes reguladoras de la llamada “propiedad intelectual” hasta la aparición de Internet, descargas, hardware a precios accesibles… la industria reguladora se ha puesto a la defensiva, teniendo que ceder ante el funcionamiento de la libre-comunicación. De esta forma perder para la industria, significa adaptarse o morir. Si hay algo que la industria teme es la toma de conciencia por parte de los productores artísticos y del público. La pregunta por parte de los productores artísticos y del público no es ¿qué pierde la industria? Sino ¿Qué ganan los que no pierden?, de esta forma se convierte la dictadura de la industria en una suerte de democracia real. A la industria no le interesa adaptarse a menos que sea necesario, ya que adaptarse seria perder millones en acondicionar la infraestructura actual a la futura.



Cualquier artista puede poner su obra a disposición del público en cualquier rincón del mundo, pero existen dos factores importantes a tener en cuenta en la publicación y su difusión masiva La imposibilidad de acceso a tecnología por parte de productores artísticos y la dificultad de obtener una buena divulgación e interés del público.



La difusión por Internet no es menos injusta que fuera de ella, la única diferencia es que existen menos restricciones formales, lo que permite a cualquier persona intentar superar los obstáculos impuestos.



El arte necesita movimiento en los medios, debiéndose adaptar a las nuevas tecnologías y con ellas ir evolucionando, pero también todo este trabajo se debe realizar con rigor y profesionalidad, ya que la gente entrará en el sitio en que confían y verán la recomendación de una página y en ella su lista de vínculos, si lo que ven les gusta volverán sino esa dirección quedará catapultada para siempre. Con esta conclusión entraría en juego el factor más importante, el de limitación de potencial. Después de todo el esfuerzo por publicar tu obra, esta se debe mantener en la brecha y para ello debe tener interés de difusión, una buena divulgación y por supuesto una disposición por parte del autor.



Debemos ser conscientes de que existe un lugar en el que los productores de arte independientes pueden demostrar que hay un lugar para el arte real ajeno a fines puramente comerciales, preocupado por la calidad en la forma y contenido. El productor de ese arte merece un lugar que muchas veces le fue obstaculizado y debido a ello merece poder autogestionarse.






(1) Richard Stallman, Software libre para una sociedad Libre, este libro describe exhaustivamente una ideología sobre el software libre: software sin derechos de propiedad restrictivos, que pueda compartirse, estudiarse por dentro y mejorarse mediante la reescritura que los diferentes programadores hagan de él.

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